Llegue a Esmirna un domingo de febrero del 2004. La que entrò por aquellas puertas no era mas que un alma fragmentada que sentia exactamente lo mismo que el Salmista: que se undía en “el pozo cenagozo y el lodo de la desesperaciòn….”Padecía en ese entonces de problemas estomacales que me tenian de un hospital a otro, depresión, ansiedad, ataques de pànico y un miedo aterrador al futuro y a la vida. En mi mente resonaba a menudo la siguiente frase: 

“yo no puedo…..” . Pensaba que estaba destinada al fracaso y por eso no me animaba ni siquiera a intentar levantarme y avanzar…… 

Y de repente, en mi momento mas oscuro, llego La Luz verdadera que alumbra a todo hombre: Jesùs!!! 

En Esmirna tuve mi primer encuentro con quien le diò un valor a mi vida al morir en la cruz por mi. En Esmirna encontre unos Pastores, verdaderos siervos del Dios Altisimo, que me acogieron con compasiòn, me enseñaron la Palabra de Dios y me pastorearon con mucha paciencia y dedicaciòn y hasta el dia de hoy me ayudan en el largo proceso de crecimiento y maduraciòn espiritual. Y finalmente en Esmirna encontrè una gran familia: la familia de la fe! 

 El Señor se encargò de restaurar mi alma. Tomó cada uno de aquellos fragmentos que yo le depositè en sus manos y los sanò, los limpió, y los uniò nuevamente formando una obra de arte única (porque fui creada por El) que ya hoy conoce su valor y no teme al futuro ni a la vida porque sabe que “El que habita al abrigo del Altisimo, morará bajo la sombra del Omnipotente”; y en cuanto al “yo no puedo….” fue sustituido por la poderosa declaración de fe: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”. 

Desde ese entonces,  vivo para adorar y servir a mi Señor;  y mi querida Iglesia Esmirna BIC continua siendo ese precioso instrumento usado por el Alfarero para instruir, ayudar y amar a todos aquellos que alli nos congregamos, hombres, mujeres, niños, jovenes y ancianos, diferentes e imperfectos cada uno de nosotros pero unidos por un mismo Dios que es perfecto y nos ama con amor eterno.